Principios de la Propaganda de Goebbels. Ayer y hoy

goebbelsDesprovisto de su uniforme y del brazalete con la esvástica, este señor del retrato casi pasaría desapercibido como otro intelectual más de principios del siglo pasado. Pero no. A pesar de que Paul Joseph Goebbels, doctorado en Filosofía por la Universidad de Heidelberg, soñaba con ser escritor, el destino le llevó por otros derroteros, en concreto afiliarse al Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán para, tan solo unos años después, dirigir el Ministerio de Propaganda del Tercer Reich. Se sintió especialmente atraído por los medios de comunicación relativamente nuevos, como la radio y el cine, con fines propagandísticos (hoy probablemente sería un #muyfan de las redes sociales), y aunque se sintetiza su teoría en una frase que se le atribuye («Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad»), enunció una serie de principios rectores de la propaganda política que vamos a reproducir en esta entrada.

Probablemente se trata de una sistematización de ideas preexistentes y ya aplicadas por otros imperios, sobre todo una traslación de la propaganda bélica al día a día de una nación; pero es innegable que los nazis supieron entender muy bien las diferencias entre la psicología individual y la psicología de las masas. Un garbanzo por sí mismo es un objeto sólido y autónomo, con un comportamiento físico igual que cualquier otro cuerpo sólido. Sin embargo, mil garbanzos juntos se comportan como un líquido y se expresan a través de la dinámica de fluidos. Sirva este símil para expresar lo que nos pasa a las personas: no nos comportamos igual como individuo que como masa.

Todos los años, al hablar de Marketing Político, incluyo estos principios en el Power Point y reto a los alumnos a identificar su aplicación en la actualidad, hoy mismo, en la batalla electoral permanente en que se han convertido los medios de comunicación de masas (ahora hipertrofiados por la enorme caja de resonancia de Internet).

  1. Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.
  2. Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
  3. Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan.
  4. Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
  5. Principio de la vulgarización. Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.
  6. Principio de orquestación. La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas.
  7. Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
  8. Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sonda o de informaciones fragmentarias.
  9. Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
  10. Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
  11. Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente de que piensa «como todo el mundo», creando una falsa impresión de unanimidad.

No voy a poner ejemplos, ¿os atrevéis vosotros?

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