Parece que al Financial Times no le ha salido del todo bien su estrategia de convertir su edición en Internet en medio de pago. Habrá que ver, de cualquier forma, como evoluciona en caso de mantenerla. En fin, no sé cómo capearán el temporal los grandes grupos internacionales… pero sí sé que los nacionales lo tienen más bien chungo.
Y es que si en las discográficas las úlceras gástricas están a la orden del día, los medios impresos convencionales no lo están pasando mejor.
El sistema profundamente especulador e inhumano que hemos sostenido durante los últimos años ha llevado a los medios a antiprepararse para la crisis que venía: con un criterio tan español como el de «hasta el rabo todo es cerdo», la avidez de beneficios, de salidas a bolsa y de hacerse piscinas en Mallorca ha tenido como efecto colateral un proceso de precarización laboral, de deterioro de la formación de los profesionales, de palanganeo con unos y otros poderes, y finalmente de merma de la calidad del producto ofertado, es decir, del trabajo periodístico, justo cuando el mercado iba a demandar lo contrario.
Es decir: que un servicio premium debe ser un servicio premium, para eso pagamos. Y suscribirse -por escasa que sea la cantidad monetaria- a los mismos titulares, opiniones y contenidos que uno encuentra de forma gratuita nada más conectarse a Twitter no es la mejor opción. (Al menos la plataforma que presentó ayer El Mundo, Orbyt, pretende responder a este razonamiento… veremos si de verdad ofrece algo diferente en este sentido.)
Al margen de esto, claro, el problema es mucho más complejo, y por eso afecta tanto a periódicos de tercera regional como a grandes cabeceras como El País. Y es que una vez demostrado que el sistema convencional de espacios publicitarios no es rentable para financiar un pedazo de monstruo como el que hace falta para sacar minuto a minuto la edición digital del buque insignia de PRISA, ¿cuáles son las salidas?
¡Que paguen los usuarios! ¡Basta ya la cultura del todo gratis!, gritarán algunos. Pero ojo, recordad que el NEGOCIO, así con mayúsculas, nunca fue sólo la venta de periódicos, sino también -y sobre todo- la venta de espacios publicitarios a precios espeluznantes.
¿Cuál es la solución entonces? Yo la desconozco, y abro el hilo de comentarios a cuantas ideas podáis sugerir. Pero mi impresión general es que el negocio convencional, el que ha sostenido a los grandes grupos de prensa desde hace casi dos siglos, ha muerto.
Un probable futuro está en la multimedia, claro, pero tampoco este es un terreno fácil pues la propia televisión está en el punto de mira de una nueva revolución digital -que nada tiene que ver con la TDT- e Internet funciona con otros parámetros: los dueños de este nuevo medio ya no son los productores y emisores sino nosotros, tú y yo. Los usuarios, espectadores y consumidores.
Internet como nuevo ecosistema y la crisis global como meteorito han puesto fin a la era de los dinosaurios, y ahora le toca a pequeños mamíferos inteligentes y avispados dominar el planeta. Muchos son aún pequeñas ardillas, aunque hay ya animales de cierto volumen.
Todo ello, claro está, si los gobiernos «civilizados» no se amilanan y echan el candado a la red como ya hicieron con todos los otros medios.
