Pero, ¿realmente los tiempos están cambiando?

Los que trabajamos en esto de la comunicación nos encontramos en la calle con dos actitudes diferentes: de un lado, las empresas, que ante la crisis brutal que vivimos miran con interés Internet como un espacio interesante para interactuar con los consumidores de sus productos y servicios, pero que en el fondo no tienen ni tiempo, ni recursos, ni saben cómo abordar esta tarea. De otro lado tenemos a los medios, con un difícil diagnóstico de en qué medida la sangría actual de lectores y audiencias se debe a la macrocrisis puntual o, por el contrario, a la estructural que se les viene encima con un consumidor que ha cambiado sus referencias a la hora de buscar información y entretenimiento. En especial la prensa escrita es la que más claramente le ve las orejas al lobo, aunque se atrinchera en la idea de que “el periódico de papel nunca desaparecerá” (sin entrar en el fondo de la cuestión: no se trata de si los diarios de papel desaparecerán, sino de si su venta a las masas seguirá siendo un negocio).

Para mí, simplemente que se den estas situaciones en ámbitos tan definidos deja clara la respuesta a la pregunta del título: sí, los tiempos están cambiando.

Con relación a las empresas, si algo parece estar claro también es que Internet, como gran plaza del pueblo global, condiciona ya (y condicionará más en el futuro) las pautas de relación entre marca y consumidor. Por decirlo claramente: al margen de todas sus estrategias publicitarias en medios convencionales, las marcas deben estar en Internet y no de cualquier manera, sino dialogando con sus potenciales clientes. Porque si no, serán esos potenciales clientes quienes establecerán su propio diálogo sin contar con la marca.

Es hora, por tanto, del aparcar los “no tengo tiempo”, “eso es muy difícil”, “¿pero y si mis clientes usan los comentarios de mi blog para hablar mal de mí…?”, y lanzarse a la conquista del espacio, de ese extraño espacio llamado Internet donde, lo queramos o no, se habla de nosotros. ¿Podemos permitirnos quedarnos al margen?

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