Spotify: el entretenimiento se hace social

Gracias al éxito de las comunidades y redes, hoy día el aprovechamiento de las potencialidades y herramientas sociales se ha convertido ya en un eje transversal de las propias aplicaciones que utilizamos a diario.

Esto supone un reto para los desarrolladores, que deben tener activado el chip de «¿cómo va a compartir esto la gente?»… un chip que los propios usuarios ya tenemos más que activo y que aprovechamos a poco que nos den oportunidad.

Paradigma de esta filosofía es Spotify, una aplicación que se suele poner como ejemplo de armisticio inteligente en la guerra entre derechos de explotación de la propiedad intelectual y usuarios de Internet: te registras, accedes a un catálogo brutal de música en streaming y a cambio o bien pagas una cuota (servicio premium) o bien escuchas algo de publicidad cada tres o cuatro canciones (servicio gratuito). En realidad, se trata de la traslación a Internet de la radiofórmula, pero realizada desde parámetros de la red y no de la radio, esto es, entendiendo a los usuarios que van a utilizarla.

De entrada uno de los primeros «juegos» que se te ocurren con Spotify, y que son mucho más difíciles de hacer con herramientas p2p convencionales, es por ejemplo buscar versiones de canciones u homenajes a determinados autores, búsquedas que siempre arrojan resultados sorprendentes.

Pero lo que nos interesa aquí de Spotify son sus posibilidades como herramienta social. Hay una serie de características que, por lo ocultas que están en el propio funcionamiento del programa, se diría que el desarrollador las ha introducido de tapadillo y sin mucha confianza en su éxito, pero que a la postre se han convertido en el mayor instrumento de propagación para la aplicación.

Como todo reproductor que se precie, Spotify permite al usuario la creación de playlists, listas de reproducción «al gusto» de cada cual: por autor, por tipo de música, etc. Pero lo más interesante es que, haciendo clic con el botón derecho del ratón sobre la lista de reproducción, puedes seleccionar «Copiar vínculo HTTP». Esto genera una dirección url que puedes compartir vía email, Facebook, Twitter o lo que quieras con otro usuario de Spotify que, al hacer clic en el enlace, accederá a tu selección musical. También hay otra opción muy chula, «Lista colaborativa», que te permite realizar playlists al alimón con tus colegas.

Ésta ha sido, sin duda, una de las claves del éxito de Spotify, certificado por la existencia de múltiples sitios dedicados a la recopilación de listas de reproducción (un espacio que tal vez debió prever la propia spotify.com). Y es que hoy día, como decimos, la incorporación de funciones sociales eleva al infinito las posibilidades de cualquier idea cuya base tecnológica sea Internet.

Y como muestra, un botón: diversas versiones de canciones de Talking Heads.

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